El día de hoy terminó la Administración 2009-2012 del H. Ayuntamiento de Colima, del cual tuve el honor de participar como funcionaria municipal. No fue el primer cambio de administración que viví. 6 años trabajé para el gobierno municipal, muchas enseñanzas me dejó, y muchas oportunidades de hacer lo correcto se pudieron concretar.
5 Alcaldes, incluidos interinos, y muchos compañeros de batalla me formaron en el ámbito político, me enseñaron el camino tortuoso por el cual deben pasar los cambios, las pruebas de resistencia que debes pasar para lograr que una idea se haga realidad. Una gran nostalgia me invade viendo a la distancia la nueva toma de protesta, sabiendo que detrás de ella hay un grupo de funcionarios que dejan en el cargo aspiraciones, ideales, valores, lecciones aprendidas, proyectos inconclusos, en marcha, grandes batallas perdidas y ganadas, logros que se desvanecerán en el corto plazo, y errores que permanecerán en la memoria. Vienen ahora otros que tomarán sus filas, que creerán que todo será diferente, pero que dentro de 3 años dejarán la administración con el mismo sentimiento.
Hoy trabajando para un organismo no gubernamental, me doy cuenta que injusto puede ser tomado el trabajo de un funcionario, el poco valor que se da a quienes, a pesar de todo, hacen funcionar la ciudad día a día, desde el empleado de servicios públicos que decide al podar el árbol hacer una escultura con sus ramas caídas, hasta la tesorería que cada día se levanta sabiendo que la recaudación no será suficiente para pagar la nomina de cada mes. Ver los toros desde la barrera es diferente, y fácilmente se minimiza el esfuerzo que muchos como yo nos integramos a la filas de la administración local para cambiar las cosas con y a pesar del sistema.
Hace unos días, en el trabajo hicimos una escenificación de como un proyecto puede cambiar la historia de una ciudad. En la distribución de roles, a un compañero (25 años funcionario público) y a mi nos dijeron: «A ustedes les toca interpretar al funcionario público que no sabe que hacer y se niegan a todo». Mi compañero y yo nos vimos con tristeza, o nostalgia… no lo se.
Yo fui funcionaria, y entre con mucha claridad de como la ciudad «debía ser» si solo los funcionarios pensaran y actuaran un poco más. Aprendí que no es suficiente, que no fui la primera ni la última, que para hacer cambios se debe perseverar, se debe tener paciencia, que se debe construir y cultivar la empatía, que las instituciones están fundadas en redes de confianza y redes de desconfianza, que son el resultado progresivo de una cultura colectiva en construcción, que avanza lento pero que evoluciona como un organismo vivo, que la innovación con sentido de urgencia es un cuerpo extraño que el propio sistema puede atacar como mecanismo de defensa, que debes ser paciente, buscar la adaptación al cambio y que este debe hacerse colectivo. Entender que las instituciones están hechas por personas, personas que no son iguales, que tienen historias de vida diferente, que tuvieron oportunidades de desarrollo diferentes, que están ahí por un proyecto personal, que podemos tener las soluciones pero no tener capacidad de comunicarnos, de conectarnos con las necesidades de los demás, porque al final, todos queremos aportar lo mejor que podemos, aunque sin darnos cuenta jalemos el barco para lugares diferentes, pero que podemos compartir el amor incondicional por nuestra ciudad.
Debes estar consciente que fracasarás más de una vez, o como Thomas Edison dijo «descubrir mil maneras de como no funcionan las cosas», se construye una capacidad inmensa a la frustración porque sabes que muchos cambios no llegaran en tu tiempo, en tu espacio, que el reconocimiento no llegará porque mil batallas y conquistas son solo tu labor cotidiana, porque una batalla perdida te puede costar el trabajo, la reputación y sobretodo la estima. Lo importante sede su espacio a lo urgente, no hay horarios, no días de descanso, no hay comidas, no hay salidas, no hay vacaciones, no hay preguntas bien intencionadas, no hay respuestas correctas. Los proyectos que cambiaran tu mundo, se hacen por las noches, fuera del horario de atención al público, se hacen los fines de semana, se hacen con los pocos que se quedan y te dan su tiempo porque creen que para hacer el cambio se debe trabajar en equipo y ellos quieren ser parte de el, se hace fuera del horario de trabajo, cuando no hay pago de horas extra, cuando tampoco hay un pago digno en horas normales, cuando debes usar tu propio equipo de computo, cuando aún en condiciones adversas de seguridad decides quedarte a trabajar, cuando sabes que si se logran cambiar las cosas, implementar las ideas, tu nombre nunca estará escrito en la placa, que tu nombre no saldrá en los discursos de agradecimiento, que la gente no sabrá que tu participaste para hacer el cambio realidad, y que quienes lo sepan, lo olvidarán pronto. Porque para que una idea sea implementada, tiene que dejar de ser tuya, tienes que empoderarla y en el proceso, permitir que tu presencia se desvanezca, porque solo así será parte de esta construcción colectiva del futuro mejor que buscamos.
¿Porqué hacerlo entonces? ¿Porqué estamos dispuestos a tantos golpes sin compensación de todo tipo? Porque es una oportunidad única de dejar algo de ti en tu ciudad en su gente, porque estás más cerca de los eslabones que te llevan a jalar la palanca de cambio, y esa expectativa te alimenta, volatiza tus sueños de Renzo Piano cuando logras mejorar una rampa de acceso, una banqueta que no existía, construir una cancha que se necesitaba, llevar luz y agua donde no había, cubrir pequeñas necesidades tan esperadas, rescatar parques abandonados, ver a los niños construyéndose una opinión sobre su ciudad, saber que estas sembrando ideas, ver a los ancianos pacientemente escuchar para aportar, a los jóvenes escépticos participar, a los adultos protestar, después conversar, y al final motivar, ver que estás resolviendo conflictos, que estas construyendo sueños colectivos, que puedes aliviar frustraciones, que tienes una gran responsabilidad a no crear nuevas frustraciones, porque las personas que más lo necesitan creen en ti, en tus palabras y en tus acciones. El valor de la sola posibilidad de poder aportar algo para cambiar la vida de una persona, es infinitamente mayor a una aspiración de sueños de grandeza. Es una especie de adrenalina a la cual muchos nos hacemos adictos.
Escribiendo estas palabras me vienen a la memoria tantas personas, imágenes, anécdotas y tantas satisfacciones, tantas lecciones aprendidas que han ya modificado tu carácter, tu forma de ver las cosas, que han afectado ya tus decisiones futuras.
A aquellos compañeros que salen el día de hoy de la administración, mi agradecimiento y reconocimiento. A los que se quedan, mi admiración y respeto refrendando mis ganas de seguir ayudando desde cualquier trinchera. A los que entran, decirles que no hay un manual de Gobierno Local for Dummies, y si lo hubiera tendría 6 conceptos, las 6Cs:
1. Colaboración, siempre y por encima de todo;
2. Comunicación, siempre, por encima de todo y a pesar de todos;
3. Comprensión, para la gente a la que sirves, con la que trabajas, con la que no quieres trabajar, con la que no quiere trabajar contigo;
4. Conexión, conectar los puntos, conectar personas, conectar con las personas, conectar experiencias, conectar teoría con la práctica, conectar sueños y la expectativa con la realidad,
5. Creatividad, porque para lograr todo lo anterior se necesita creatividad, imaginación, innovación, probar y tener derecho a fracasar, para crear de nuevo, probar y nunca desistir, y finalmente.
6. Creer, en las personas, en tus compañeros, en la sociedad, en ti mismo; creer que el cambio es posible, creer que no todo está perdido, creer que aun en lo pequeño, lo que hagas por los demás siempre va a contar.
Gis Méndez 