A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de cruzarme con mujeres ejemplares que han sido un ejemplo de empoderamiento femenino, particularmente en un sector profesional dominado por los hombres. Conocer a estas mujeres, me ha ayudado a creer en mi cuando una ola constante de desacreditación machista ronda tu actuar profesional.
No están en la lista Griselda Álvarez, ni Sor Juana Inés de la Cruz, ni Frida. Tampoco Sara Serfcovish quien fuera mi autora favorita en mis pininos en la lectura con «La Señora de los Sueños» y «Demasiado Amor», o Fred Vargas quien me cautivó con su forma tan sarcástica y directa para escribir novelas de suspenso. Aquí quiero escribir una pequeña historia de mujeres que se han cruzado en mi vida y que me han ayudado a decir: ¡Woaw, increíble… sí se puede!
La primera de ellas es Patsy Healey. Es académica de la Universidad de New Castle Upon Tyne al norte de Inglaterra. Es teórica de la planificación urbana. Mientras estudiaba la maestría, me encontré su libro llamado «Planeación Comunitaria». Fué la primera vez que entendía la planeación de la ciudad vinculada a la vida de las personas. Ella me inspiró a pensar en la importancia de la acción colectiva, como un plan de desarrollo urbano no es nada si no refleja los sueño de una comunidad, que como urbanistas debemos aprender a escuchar y a usar nuestras habilidades técnicas para traducir en instrumentos normativos. ¿Les parece muy ñoña la reflexión? ¡Sí lo es! Y fue con ella que supe que esa era mi vocación. Me había ayudado a entender la dimesión humana de las ciudades, porque compartíamos una frecuencia de sensibilidad social… ¿por ser mujer? No lo sé. Pero sin duda cambió mi forma de ver la vida profesional.
Areli es la mamá de los movimientos ciclistas en México. La conocí por redes sociales como @arelibiciteka. Una abuela muy ciclista con una gran convicción de transformación y ayudar a las generaciones a aprender el oficio del activismo social. Ese activismo de calle, que mueve montañas y tiene paciencia para encontrar los lugares, los tiempos y la presión necesaria para girar la rueda hasta romperla. Hoy es la Alcaldesa de la Bici en la CDMX. Su mayor activo es la inspiración y su capacidad de juntar voluntades para lograr cosas. Es alguien que también se sabe retirar cuando nuevas generaciones deben comenzar a tomar liderazgos. Querida por muchos, odiada por otros. Admiro su capacidad de tener una armadura social que no se alimenta de una institución de gobierno, o de un gran presupuesto. Cuando Areli llama, la gente escucha. Cuándo yo pienso en las obras públicas que implementamos para la movilidad ciclista, pienso que deben tener tal calidad para evitar que Areli me otorgue el «Dinosaurio de Oro» a la peor acción en movilidad.
Marianne Vos y Emma Pooley son dos ciclistas profesionales de talla internacional. A ellas solo las he seguido en redes y su lucha por hacer que el ciclistmo femenino tenga cabida en los torneos más importantes del ciclismo: Tour de France, Giro d’Italia, La Vuelta a España. ¿Se han dado cuenta que estas carreras son solo de hombres?. Así es… aún hoy en pleno Siglo XXI, los organizadores de estas carreras consideran que las mujeres no tienen la capacidad física de poder soportar una carrera de este tipo.
Ellas son importantes porque luchan una batalla contra los estereotipos similares a los de hace 100 años, cuando las mujeres buscábamos el derecho al voto. Es increíble como aún hoy en 2018, el papel de las mujeres en estos torneos, sea el de entregarle los trofeos a los hombres que van ganando las etapas. Marianne y Emma luchan cada día para que se abran estos espacios para las mujeres. Hace dos años, el Tour de France permitió UNA SOLA etapa con la participación de mujeres, la última, la que se corona en el Arco del Triunfo en París, la denominario La Course. No es suficiente aún.
De unas ciclistas profesionales a alguien que se ha hecho una profesional de las bicis. La pequeña @ferif_. Fernanda es la actual Directora de Diseño, Infraestructura y Cultura Ciclista de la CDMX, o como malamente la conocen «la encargada de Ecobici». Fernanda tiene menos de 30 años y es líder del equipo de jóvenes que está atrás de todos los avances que internacionalmente presume la CDMX en el tema de ciclismo urbano: Ecobici, el paseo dominical Muevete en Bici, las biciescuelas, la red ciclista y los grandes biciestacionamientos masivos.
Ella tiene poco en esto, tan solo 6 años (más o menos). Me la presentaron por allá del 2012, cuando mi sobrino Carlos me dijo: «Te voy a presentar a alguien que te caerá bien. Acaba de entrar a Ecobici para llevar las redes sociales, pero ella llegará lejos, muy lejos». No se tardó mucho en demostrarlo. Ella es un ejemplo de empoderamiento a través del conocimiento, de las ganas de cambio, del saber que le dejarás un pedazo de barro y ella te regresará una pieza de autor. A su edad yo tenía mucho miedo a emprender, creía que mi capacidad no era suficiente para sobresalir, no hubiera aceptado un reto tan grande como ella. Y su experiencia me enseñó que estaba equivocada, y que su ejemplo podría ayudar a otras mujeres más jóvenes a creer en su potencial, mucho antes de darte cuenta que lo tienes, o de darte cuenta muy tarde de ello.
Janet Sadik-Khan fue la Comisionada de Transporte de Nueva York durante la administración de Michael Bloomberg. Ella es la responsable de cerrar a los peatones Times Square y cambiar por completo argumento de «peatonalizar una calle matará por completo la ciudad y su economía». La ciudad más complicada del mundo se convirtió en la ciudad más amigable para las personas usando tan solo pintura en las calles, diseñando de forma diferente los carriles y dando espacios a otros modos de transporte. Si Nueva York pudo, porque nosotros no. ¿El dinero? !No! Fue la creatividad, la etica de trabajo, la consistencia, la contundencia de las políticas con sustento técnico y social, y la mujer a cargo.
Siempre me pregunto porqué en Colima nos tardamos tanto y nos da tanto miedo peatonalizar una calle, cuando el mundo entero lo hace sin mirar atrás… es posible que la respuesta sea: necesitas a una mujer a cargo de las decisiones dificiles. ¡Claro que si, Janet es una inspiración!
Carmenza y yo somos amigas de facebook. La contacté porque mi jefe en ese momento la adoraba. Yo que adoraba y admiraba a mi jefe por ser demasiado nerd, demasiado estructurado, me da ba cuenta que para él ella era un faro y eso llamó mi atención. La escuché como ponente en un par de congresos y me impresionó la pasión con la que tomaba su trabajo, la consistencia de sus opiniones, la emisión de sus ideas y palabras sin filtro o con un filtro de verdad tal que te estremecía a cuestionar lo que sabías. Habiendo sido directora de planeación y hacienda de una de las ciudades más complicadas (institucionalmente) de Latinoamérica, su experiencia desde posiciones de poder en la función pública era intimidante. Es de esas mujeres que admiras y que te preocupa hacer un enorme ridículo hablando de tu corta experiencia en el servicio público.
En una ocasión me tocó hablar en un Congreso, explicar que estabamos haciendo en Colima en el tema del transporte y ella estaba sentada en la audiencia. En la parte de las preguntas y respuestas tomó el micrófono e hizo un comentario muy fuerte, casi recriminante, que me hizo sentir que no había estructurado mis palabras de la forma correcta y me dió pena por no haber podido causar una buena impresión con ella en esa primera ocasión que nos veíamos cara a cara. A la salida de la conferencia, en medio de la multitud ví a alguien acercarse velozmente a mi, me tomó de ambos brazos y me dijo: «Debes creer en lo que haces, no debes dejar que nadie te diga que no puedes. Actuar con rectitud es lo más dificil, y tu vas por el camino correcto. No permitas que nadie te convenza de lo contrario. Todos querrán eliminarte, y tu debes recordar que eres fuerte y te la debes creer».
Virginia Raggi es la primera alcaldesa de Roma en toda su historia. Eso para mi fue un hito en la historia de las mujeres en la política. Una mujer jóven de un movimiento polítco sui géneris. Me gusta su comunicación política, me parece terrenal, sincera, humana, sin falsedades políticas. Desconozco si su trabajo es bueno o malo, pero me reconozco en ella con las constantes críticas a su trabajo, a la falta de arreglar los problemas ancentrales de forma inmediata, de no ser lo suficientemente eficaz para desterrar en dos años un sistema construído por la corrupción por cientos de años, siglos quizá. Y siento empatía por su posición, por los constantes ataques que recibe, porque seguramente hay cientos de personas y sobretodo hombres a su alrededor que le dicen: «no puedes», «te diremos cómo hagas las cosas».
Hace unas semanas la conocí en la CDMX en un evento de mujeres líderes frente al cambio climático. Me acerqué a cruzar unas palabras con ella y me pareció alguién que pudiera ser yo. Por la noche le escribí a mis amigas romanas para presumirles mi foto con ella. Mis amigas que habían vivido violencia de género durante la maestría y el doctorado, habíamos compartido momentos de catarsis cuando nos apoyábamos con sororidad para salir adelante, sin dejar que las críticas de los demás nos tumbaran el espíritú. Vivimos discriminación constante, ellas por ser mujeres investigadoras, yo por ser aspirante a investigadora y migrante. Su reacción a mi foto con Virginia fue devastadora: «esa deficiente», «no sirve para nada», «no ha logrado nada», «solo se escuchan cosas mala de ella, o eso me dicen». ¿En que momento la sororidad perdió espacio en nuestras vidas? Me entristeció, y recordé cuando le pregunté a Virginia: – ¿En Italia, es dificil tu trabajo por ser mujer? Su mirada hacia abajo, su sonrisa no mantenida y su expresión de recuerdos no agradables. – No, no lo es. ¿Y el tuyo en Colima?. – No, tampoco lo es.
Finalmente pondré a una mujer colimense, aunque parezca nordica. Bertha es la periodista que más respetamos en Colima. Conozco su trayectoria profesional desde el primer día. Sé que el lugar que tiene se lo ha ganado por una gran pasión por su vocación, su sensibilidad para encontrar historias, contar algunas, auxiliar en el anonimato a otras. Conozco quien la ha querido humillarla y quien la ha ayudado durante su ejercicio profesional (tengo sus nombres en mi libreta azul, y ella los míos en la suya).
Ella y yo no pudímos ser más diferentes e incompatibles que el agua y el aceite. Nos costaron muchos años encontrar el lugar que jugabamos en nuestras vidas, quizá el tiempo necesario para llegar fortalecidas al tiempo donde la sororidad entre nosotras sería indispensable. Ella es un ejemplo de evolución, de apendizaje, de ajuste de vida, de liberación de los roles predefinidos. Antecederme al nacer no le asignaba un rol de protección, no aceptar la protección no me asignaba un rol de rechazo permanente. Aprendimos que cada quien tiene su espacio, su historia y que nuestro rol es estar ahi, una por la otra, y por la otra que vino después, y las 3 por la que sigue.
La sororidad se aprende, se cultiva, se cosecha. Cada mujer que logra tener un impacto en nuestras vidas, nos obliga a replicar ese impacto en las demás, dar fortaleza y empoderamiento a esa voz que llevamos dentro, con palabras claras que necesitamos aprender a reconocer, pronunciar y demandar.
Gracias a todas.
[…] Fue un gran honor ser considerada como ponente, aunque pensé “¿qué pudiera yo aportar a la discusión global sobre las políticas que apoyan el desarrollo y la equidad de la mujer?”. Sigo pensando que hay muchísmas mujeres que han logrado grandes cambios históricos y he escrito un poco sobre de ellas. […]
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