Esta semana dimos un nuevo paso para la transformación del transporte público colectivo en el estado de Colima con el inicio de las pruebas de algunos modelos para los nuevos autobuses. Lo que veremos en las calles es lo que hemos visto en nuestras mentes desde el inicio del proyecto, lo hemos visto operar en otras ciudades mexicanas, sabemos los pasos que se deben dar antes, durante y después para lograr cambiar la realidad actual de nuestro sistema de transporte. Lo sabíamos cuando hicimos la Ley de Movilidad, lo sabíamos cuando revisamos las tarifas, y sabemos que nos faltan muchas más etapas por concluir. La decisión está tomada y es contundente. Las personas que vivimos en Colima nos merecemos un transporte público de calidad, y el tiempo llegó para que la ciudadanía pueda ver, palpar y experimentar en carne propia que quiere decir un transporte de calidad. No hay espacio para la improvisación, no hay espacio para los pretextos, no hay espacios para los chantajes políticos que promueven el mantenimiento de la situación actual. La mejora la queremos todas las personas.
Leyendo algunos comentarios en las redes sociales, encontré algunos interesantes.
“Esto es mucho para Colima”. No, es lo que nos merecemos y además lo que se puede pagar. El gran reto es que esta transformación no la puede hacer una personas sola con su chofer y la persona a la que le renta la concesión. La operación debe entrar en un esquema organizacional empresarial. No estamos comprando carritos de hotdogs a créditos semanales, estamos invirtiendo en calidad de vida.
“Seguro va a subir la tarifa”. No, las tarifas que se han ajustado tenían ya estos vehículos en el modelo financiero, pero cambiar el vehículo no es lo único que debe cambiar, y esos cambios no se hacen uno detrás de otro, se hacen paralelamente con mucha planeación y seguimiento.
“Pero que cambien a los choferes”. No necesariamente. Lo que debemos cambiar son sus condiciones de trabajo, y estos vehículos deberán ser conducidos por personas que tienen contratos, horarios determinados, sueldos y prestaciones. Porque la calidad del servicio también representa calidad de vida para las personas operadoras. Los que se nieguen a esta formalidad del trabajo, si deberán cambiase.
“En un mes esos vehículos ya estarán en mal estado”. Le apostamos a que la calidad genera respeto. Lo hemos visto en otras ciudades y en las nuestras también. Y eso es parte de la dignificación integral del transporte. Debemos asegurarnos que la imagen va más allá del color del autobús, debemos apostar por que los y las colimenses nos sintamos orgullosos de nuestro transporte público. Si algún día lo estuvimos, no recuerdo, y ese recuerdo estamos decididos a forjarlo en esta generación.
Texto escrito para los «Puntos de Vista» en Zer Informativo.