Gestión Pública for Dummies, 2.0

Hace 6 años escribí un texto reflexionando sobre los aprendizajes del trabajo en la administración pública municipal. Hoy veo tantos colegas que comienzan a emprender su camino hacia la función pública que me gustaría reproponer el texto.

A todas aquellas personas que se están aventurando a ser parte del sector público, les dedico mi blog «Gestión Pública para Dummies 2.0»

Hace 12 años me inicié en el sector público. Llegué por preguntona. Toqué puertas cuestionando un proyecto y terminé siendo parte del equipo que inició ese proyecto llamado Instituto de Planeación para el Municipio de Colima. Una historia que comencé a contar en este blog.

Tuve la oportunidad de estar en la administración pública estatal y hoy colaboro en la administración pública federal. Cada escalón me ha dejado múltiples enseñanzas y oportunidades de hacer lo que he considerado correcto, para ayuda a mejorar las condiciones de vida de las personas.

Muchos compañeros y compañeras de batalla me han formado en el ámbito político, me enseñaron el camino tortuoso por el cual deben pasar los cambios, y las pruebas de resistencia que debes pasar para lograr que una idea se haga realidad.

Cada vez que tenemos enfrente un cambio de administración y comenzamos un proceso de entrega-recepción pienso que detrás hay un grupo de funcionarios y funcionarias que dejan en el cargo aspiraciones, ideales, valores, lecciones aprendidas, proyectos inconclusos, en marcha, grandes batallas perdidas y ganadas, logros que se desvanecerán en el corto plazo, y errores que permanecerán en la memoria. Vienen ahora otros que tomarán sus filas, que creerán que todo será diferente, pero que dentro de 3 o 6 años años dejarán la administración con el mismo sentimiento.

Trabajando de la mano con organismos no gubernamentales o desde la sociedad civil, me he dado cuenta de lo injusto que en ocasiones puede ser tomado el trabajo de un funcionario o funcionaria. El poco valor que se da a quienes, a pesar de todo, hacen funcionar la ciudad día a día. Desde el empleado de servicios públicos que decide al podar el árbol hacer una escultura con sus ramas caídas, hasta la tesorería que cada día se levanta sabiendo que la recaudación no será suficiente para pagar la nomina de cada mes.

Ver los toros desde la barrera es diferente, y fácilmente se minimiza el esfuerzo de muchos que nos integramos a la filas de la administración local para cambiar las cosas con y a pesar del sistema.

Hace algunos años, participé en un taller donde se llevó a cabo una escenificación de cómo un proyecto puede cambiar la historia de una ciudad. En la distribución de roles, a un compañero (25 años funcionario) y a mi nos dijeron: «A ustedes les toca interpretar al funcionario público que no sabe que hacer y se niegan a todo». Mi compañero y yo nos vimos con tristeza, o nostalgia… no lo sé.

Cuando me inicié en la función pública, lo hice con mucha claridad y arrogancia de cómo «debía ser» la ciudad si tan sólo los funcionarios pensaran y actuaran un poco más. Aprendí que no es suficiente, y que no fui la primera ni la última en pensar lo mismo.

Aprendí que para hacer cambios se debe perseverar, tener paciencia, construir y cultivar la empatía. Que las instituciones están fundadas en redes de confianza y redes de desconfianza y son el resultado progresivo de una cultura colectiva en construcción. Que se avanza lento pero se evoluciona como un organismo vivo. Que la innovación con sentido de urgencia es un cuerpo extraño que el propio sistema puede atacar como mecanismo de defensa, que debes ser paciente, buscar la adaptación al cambio, mismo debe hacerse colectivo.

En el proceso, entendemos que las instituciones están hechas por personas que no son iguales, con historias de vida diferentes, con oportunidades de desarrollo diferentes, que están ahí por un proyecto personal. Aprendemos que podemos tener las soluciones pero no la capacidad de comunicarnos, de conectarnos con las necesidades de los demás. Al final, todos queremos aportar lo mejor que podemos, aunque sin darnos cuenta jalemos el barco para lugares diferentes, no obstante compartamos el amor incondicional por nuestra ciudad.

Debes estar consciente que fracasarás más de una vez, o como Thomas Edison dijo «descubrir mil maneras de como no funcionan las cosas». Se construye una capacidad inmensa a la frustración porque sabes que muchos cambios no llegaran en tu tiempo, en tu espacio. El reconocimiento no llegará porque mil batallas y conquistas son sólo tu labor cotidiana. Una batalla perdida te puede costar el trabajo, la reputación y sobretodo la auto-estima.

Lo importante sede su espacio a lo urgente. No hay horarios, días de descanso, comidas, salidas, vacaciones, preguntas bien intencionadas, respuestas correctas.

Los proyectos que cambiaran tu mundo, se hacen por las noches, fuera del horario de atención al público. Se hacen los fines de semana, con los pocos que se quedan y te dan su tiempo porque creen que para hacer el cambio se debe trabajar en equipo y ellos quieren ser parte de él. Construir los cambios se hace fuera del horario de trabajo, sin pago de horas extra, ni un pago digno en horas normales. Lo haces con tu propio equipo de computo, en ocasiones con condiciones adversas de seguridad.

Lo haces aún sabiendo que si se logran cambiar las cosas implementando tus ideas, tu nombre nunca estará escrito en la placa, no saldrá en los discursos de agradecimiento, la gente no sabrá que tu participaste y quienes lo sepan lo olvidarán muy pronto.

Porque para que una idea sea implementada debe que dejar de ser tuya, apropiada por otras personas y en el proceso, permitir que tu presencia se desvanezca. Sólo así será parte de esta construcción colectiva del futuro mejor que buscamos.

¿Porqué hacerlo entonces? ¿Porqué estamos dispuestos a tantos golpes sin compensación de cualquier tipo? Porque es una oportunidad única de dejar algo de ti en tu ciudad en su gente, estar más cerca de los eslabones que te llevan a jalar la palanca de cambio.

Esa expectativa te alimenta, volatiza tus sueños de Renzo Piano cuando logras mejorar una rampa de acceso, una banqueta que no existía, construir una cancha que se necesitaba, llevar luz y agua donde no había, cubrir pequeñas necesidades tan esperadas, rescatar parques abandonados, ver a los niños construyéndose una opinión sobre su ciudad. Saber que estas sembrando ideas, ver a los ancianos pacientemente escuchar para aportar, a los jóvenes escépticos participar, a los adultos protestar, después conversar, y al final motivar.

Lo haces porque sabes que participas de la construcción de sueños colectivos, que puedes aliviar frustraciones, con una gran responsabilidad de no crear nuevas frustraciones, porque las personas que más lo necesitan creen en ti, en tus palabras y en tus acciones.

El valor de la sola posibilidad de poder aportar algo para cambiar la vida de una persona, es infinitamente mayor a una aspiración de sueños de grandeza. Es una especie de adrenalina a la cual muchos nos hacemos adictos.

Escribiendo estas palabras me vienen a la memoria tantas personas, imágenes, anécdotas y tantas satisfacciones, lecciones aprendidas que modifican tu carácter, tu forma de ver las cosas, y han afectado ya tus decisiones futuras.

A las personas que se reconocen en estas palabras y saldrán pronto de la administración pública, mi agradecimiento y reconocimiento. A las personas que se quedan, mi admiración y respeto refrendando mis ganas de seguir ayudando desde cualquier trinchera.

A las personas que entran, decirles que no hay un manual de «Gestión Pública for Dummies», y si lo hubiera tendría 6 conceptos, las 6Cs:

1. Colaboración, siempre y por encima de todo;
2. Comunicación, siempre, por encima de todo y a pesar de todos;
3. Comprensión, para la gente a la que sirves, con la que trabajas, con la que no quieres trabajar, con la que no quiere trabajar contigo;
4. Conexión, conectar los puntos, conectar personas, conectar con las personas, conectar experiencias, conectar teoría con la práctica, conectar sueños y la expectativa con la realidad,
5. Creatividad, porque para lograr todo lo anterior se necesita creatividad, imaginación, innovación, probar y tener derecho a fracasar, para crear de nuevo, probar y nunca desistir, y finalmente.
6. Creer, en las personas, en tus compañeros, en la sociedad, en ti mismo; creer que el cambio es posible, creer que no todo está perdido, creer que aún en lo pequeño, lo que hagas por los demás siempre va a contar.

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